Le debo todo a mi imaginación.
Sigo sin entender y quizás en esta vida nunca llegue al entendimiento de por qué mi cabeza siempre me ha llevado a lugares desolados y nostálgicos desde que soy muy pequeña, tengo recuerdos muy vividos de una mini Karen completamente atormentada por el presente y angustiada por el futuro, haciéndome preguntas qué no eran comunes entre los otros niños que me rodeaban, pero de la misma forma en que mi cabeza me ponía en esas situaciones incómodas también me sacaba completamente de la realidad y me llevaba a lugares seguros y mágicos.
Le debo todo a mi imaginación, ella me salvó del abandono, ella me salvó del creer que nunca iba a salir de una clínica. Le debo todo a mi imaginación.
En los momentos más crudos, donde el dolor físico y emocional están en su momento cúspide, mi imaginación me permite salirme de la realidad lógica y me permite creer y crear casi cualquier historia que se me pase por la cabeza, esas historias inmediatamente ponen a mi cuerpo en un lugar más de calma y comienzo a sanar.
Como cuando me internaron en un hospital psiquiátrico sin mi consentimiento o cuando terminé en Atlanta sin tener dinero para comer y recursos para devolverme a casa, y así muchas otras historias de caos que mi misma cabeza ha sabido crear y también derrumbar.
Una vida, muchas películas que he inventado, me he creído y al igual que Harry Potter aún continúo afinando y practicando la magia de mi imaginación para lograr mejores hechizos.
Ka.